Proceso de formación
Día a día, casi a un ritmo cadencial, la gallina va formando y moldeando estructuras variadas cuyo producto final es el huevo, verdadera maravilla bioquímica pluridimensional. El proceso de formación del huevo, aún dentro de su complejidad, sigue los pasos que, esquemáticamente, se representan en la figura. De modo que en un período de 24 horas, el óvulo, que es la yema, va a prepararse y protegerse en su salida al exterior.
Estructura
El corte transversal del un huevo de gallina permite diferenciar con nitidez las partes fundamentales que lo constituyen y otras de no menor importancia.
Corte transversal del huevo y diferenciación de sus distintas partes
En el huevo de gallina, la clara representa el 57,3% del peso total, la yema el 30,9% y la cáscara el 11,5%. Al separar cada una de estas partes, se producen pérdidas que se aproximan al 0,3%.
Composición del Huevo de Gallina
HUEVOS DE GALLINA (composición por 100 g de porción comestible) | |
Agua |
75.2
g |
Fuente: Tablas de composición de alimentos españoles. Mº de Sanidad y Consumo
Otros componentes
Junto a los nutrientes, existen en el huevo otras sustancias, que sin tener carácter nutritivo, son también importantes para la salud.
Propiedades del Huevo
La complejidad de la composición del huevo y las características muy diferentes de las partes que lo componen (yema y clara) ofrecen múltiples posibilidades de utilización en la cocina en función de las cualidades físico-químicas u organolépticas que se requieran para cada receta. Así, el huevo tiene capacidad espumante, emulsionante, espesante, aglutinante y colorante, entre otras. Por eso, además de los placeres gastronómicos que proporciona consumido en platos que lo emplean como único ingrediente (huevo frito, tortilla francesa, huevo cocido, escalfado, mollet, pasado por agua…), el huevo se hace imprescindible en multitud de recetas que requieren su presencia para aportar sus propiedades funcionales características, entre las que destacan:
- Capacidad
coagulante: es una cualidad que comparten clara y yema. Se produce por
la desnaturalización de las proteínas del huevo por efecto del calor o de la
agitación mecánica. Las ovoalbúmina es la fracción más importante de las
proteínas que componen la clara y la principal responsable de este efecto. La
coagulación de la clara comienza a los 57º y a partir de 70º la masa se
solidifica. La yema comienza a espesarse a 65º y deja de ser fluida a partir de
los 70º. La coagulación es muy útil en la elaboración de repostería
(flanes, puddings), pero además es una de las propiedades más empleadas del
huevo, cuyo tratamiento más común en la cocina es el calor (huevos cocidos,
tortillas, rebozados, elaboración de repostería…).
- Capacidad aglutinante: es una característica de la clara y de
la yema, aprovechada en charcutería. Permite la unión de los diferentes
componentes de un producto elaborado gracias a la capacidad de los sistemas
coloides que son la clara y la yema para formar geles en los que engloban otras
sustancias añadidas. Los patés, por ejemplo, consiguen su textura gracias a
esta propiedad.
- Capacidad espumante: es una propiedad de la clara. La espuma es
una emulsión agua-aire. La formación de espuma tras el batido es debida a las
proteínas denominadas globulinas y lisozima. La estabilidad de la espuma
formada se debe a la ovomucina. Las proteínas termo-coagulables previenen el
desmoronamiento de la espuma durante la cocción. El poder espumante del huevo
se aprovecha en repostería para la elaboración de merengues, mousses, claras a
punto de nieve, bizcochos, pasteles…
- Capacidad anticristalizante: la clara de huevo es la responsable
de esta característica. Es muy útil en pastelería y confitería, donde se
emplean soluciones sobresaturadas de azúcar. Un ejemplo es el empleo de la
clara de huevo en la fabricación de turrón, que permite trabajar con
concentraciones muy elevadas de azúcar sin que éste forme cristales
detectables.
- Capacidad emulsionante: es propia de la yema y conferida por su
estructura, ya que es una emulsión del tipo aceite-agua. La yema confiere gran
estabilidad a las emulsiones en las que interviene, debido a su viscosidad y a
la presencia de lecitina. Esta propiedad es la que permite que “liguen” las
salsas (mayonesas y otras).
- Capacidad colorante: es propia de la yema, que aporta los
pigmentos que le dan su color característico. Es especialmente importante en
pastas alimenticias, repostería, salsas…
- Capacidad aromatizante: el huevo tiene un aroma especial,
aportado por la yema, que transmite a los platos en los que interviene. Esta
propiedad es igualmente apreciada en la fabricación de pastas alimenticias
(macarrones, raviolis, etc.), y en repostería.
La alimentación saludable
El huevo, un alimento sano y muy completo. Tanto por la variedad de nutrientes que contiene, como por su elevado grado de utilización por nuestro organismo, el huevo es uno de los alimentos más completos para el hombre. Los compuestos que lo forman cumplen funciones importantes para la salud.
El huevo es rico en proteínas de alto valor biológico y fáciles de digerir. La proteína del huevo es tan buena que los científicos la usan como patrón con la que comparar la calidad proteica de otros alimentos.
Un huevo aporta cantidades significativas de una amplia gama de vitaminas (A, B2, B12, D, E, etc) y minerales (Fósforo, Selenio, Hierro, Yodo y Zinc) que contribuyen a cubrir gran parte de las ingestas diarias de nutrientes recomendadas para un adulto. La acción antioxidante de algunas vitaminas y oligoelementos del huevo ayuda a proteger a nuestro organismo de procesos degenerativos diversos (cáncer, diabetes, cataratas), así como de las enfermedades cardiovasculares.
El contenido energético por huevo de acerca a las 75 kilocalorías, es decir, el aporte calórico de un huevo es relativamente bajo, por tanto no favorece la obesidad. Muchos platos a base de huevo pueden prepararse con muy poca o ninguna grasa añadida.
El huevo tiene 7,5 g de lípidos totales, de los cuales 2 g corresponden a ácidos grasos saturados (AGS), 1,1 g son ácidos grasos poliinsaturados (AGP) y 3 g de ácidos grasos monoinsaturados. La relación AGP/AGS es 0,55, considerada más que aceptable y por tanto recomendable en términos de nutrición.
Es destacable su riqueza del huevo en ácido oleico (monoinsaturado), valorado por sus efectos favorables sobre la salud.
El huevo es la principal fuente de fosfolípidos de la dieta y contribuye a satisfacer de forma significativa las necesidades en ácido linoleico, ácido esencial que el organismo no puede sintetizar.
Un huevo aporta gran parte de la colina recomendada por los organismos responsables de la educación nutricional, unos 500 mg/día. También es la mejor fuente dietética de lecitina (fosfatidilcolina), compuesto de gran interés nutricional por su importancia en diversos procesos metabólicos, en la construcción de membranas celulares y del neurotransmisor acetilcolina.
Recientes investigaciones ponen de relieve que los huevos son fuente de carotenoides (luteina, zeaxantina) fácilmente disponibles, y que estos componentes antioxidantes pueden ayudar en la prevención de la degeneración macular y contribuir a retrasar la aparición de cataratas. (MOELLER, S.M.; JACQUES, P.F.; BLUMBERG, J.B. The potential role of dietary xanthophylls in cataract and age-related macular degeneration. J. Am. Coll. Nutr. 2000; 19:522S-527S).
El mito del colesterol
El huevo tiene una enorme riqueza nutricional, y su inclusión en la dieta presenta, por ello, un gran interés en cuanto a beneficios nutricionales y sanitarios1,2,3. Sin embargo, en la década de los setenta comenzó a extenderse en todo el mundo un exagerado temor al colesterol, por su implicación en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. El huevo, como alimento de elevado contenido en colesterol, comenzó a ser denostado y su consumo a decrecer considerablemente en los países occidentales2.
Posteriormente, los estudios realizados sobre el tema han puesto de relieve que sólo un 20% de la población responde con elevaciones de colesterol plasmático a ingestas relativamente elevadas de colesterol dietético. Causas genéticas, y otros factores como el transito intestinal rápido o lento, el sedentarismo y la obesidad pueden influir también en la modificación de la colesterolemia. Por otra parte, otros componentes de la dieta como la ingesta de fibra, los fitoesteroles y otros esteroles de la fauna marina pueden interferir en la absorción del colesterol.
Los resultados de los estudios en epidemiología nutricional realizados en los últimos años indican la débil elevación del colesterol plasmático con los cambios del colesterol dietético2,4. Concretamente el mayor estudio epidemiológico realizado (con 118.000 varones y mujeres) para analizar la relación entre consumo de huevos y padecimiento de enfermedades cardiovasculares puso de relieve que el consumo de hasta un huevo por día no tenía un impacto significativo en la mortalidad por este tipo de procesos4. En tres grupos de jóvenes sanos se evaluó el efecto del consumo de 3, 7 y 14 huevos semanales. Después de 5 meses de dieta controlada, no hubo diferencias significativas en los lípidos plasmáticos5. El mismo ensayo llevado a cabo en adultos sanos, con adicción de 2 huevos/día a su dieta habitual, puso de relieve que a las 6 semanas el colesterol HDL había aumentado un 10%, el colesterol total un 4% y la relación colesterol total / HDL-colesterol no se había modificado6. Por otra parte, el estudio de Kerver et al.7 puso de relieve que las personas que tomaban más de cuatro huevos por semana tenían cifras inferiores de colesterol sérico que los que consumían uno (o menos) huevos por semana.
Las restricciones en el consumo de huevos y la consideración de este alimento como “peligroso” por su contenido en colesterol, no están avaladas por los numerosos y exhaustivos estudios científicos realizados en las dos últimas décadas2. Para reducir el riesgo cardiovascular, es mucho más importante limitar la ingesta de grasas totales y saturadas, combatir la obesidad y modificar los estilos de vida característicos de sociedades occidentales, especialmente el sedentarismo8.
Recientes investigaciones ponen de relieve que los huevos son fuente de carotenoides (luteina, zeaxantina) facilmente disponibles, y que estos componentes antioxidantes pueden ayudar en la prevención de la degeneración macular y contribuir a retrasar la aparición de cataratas.
Información obtenida de la Web Instituto del Huevo