INFORMACIÓN GENERAL
MINAS DE LAS
MORRAS
Las minas de las Morras están ubicadas a unos siete kilómetros al sur de la localidad, aunque de menor importancia que las minas de El Soldado debido a la menor riqueza de los filones.
Todos éstos filones se encuentran en el interior del cerro “Morras del Cuzna”, de donde toma su nombre este grupo minero.
Se tiene constancia de que en época romana ya fueron explotadas, como demuestran las cerámicas halladas en la zona. Su actividad continuó en época árabe, teniendo lugar en esta zona la construcción de un castillo por la tribu bereber, perteneciente al clan Kazan, en el siglo VIII, conocido como “El Castillo del Cuzna o de la Mora”, del que hoy apenas se conservan algunos restos. Al clan Kazan perteneció el cadí Mondir Ibn Said al-Ballutí, jefe de la oración en la mezquita de Medina Azahara en tiempos del califa Al-Haken II, quien se alojó en dicho castillo largas temporadas.
Este importante asentamiento musulmán fue conquistado en 1237 por Fernando III “El Santo” y donado a la Orden de Calatrava, quien lo mantuvo hasta que en 1245 se integró en el alfoz de la capital, quedando adscrito a la parroquia de Bélmez.
Todo el entorno ha estado siempre envuelto en un halo de leyenda y misterio, favorecido por la existencia de éste castillo árabe y su aljibe y galerías que vertebran todo el cerro. En torno a una cueva, próxima al castillo -formada posiblemente por los trabajos mineros en las galerías-, surge la Leyenda de la Mora, según la cual se dice que ésta cueva está habitada por una mora que se encuentra encantada, y que cada cien años sale de la cueva para lavar sus valiosos tesoros al río Cuzna. Si alguna persona la ve y se lleva sus tesoros sin decir palabra, queda desencantada, en cambio, si se le habla se convierte en una bestia feroz que le ataca hasta darle muerte.
A partir de 1932, al cerrarse las minas de El Soldado estas minas serían explotadas por la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya hasta los años 60 en que se produce el cierre definitivo. De estas minas se extraía galena argentífera, es decir, sulfuros, cinc y parte de plata. De entre sus pozos destacarían dos: el pozo Virgen del Carmen y el pozo Virgen de Guadalupe; ambos se comunicaban entre sí por el interior. Esta comunicación era conveniente, pues en caso de hundimiento se podía salir por el otro pozo. A pesar de la cercanía a ambos, las características eran diferentes, pues mientras que el primero tenía una ley en plata que no llegaba al kilo por tonelada, el segundo alcanzó, en ocasiones, a rebasar los 4 kilos.
Este complejo minero de Las Morras llegó a disponer de una plantilla de unos 350 hombres, y disponía de dos manzanas de casas que albergaban a unas 170 personas.
Comentarios recientes