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Corpus Christi y Villanueva del Duque

By 6 junio, 2010General

La solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, Corpus Christi,  es para Villanueva del Duque, una de sus expresiones de fe y devoción más significativas, en las que la manifestación popular, se une a la religiosa, en un acto cargado de simbolismo y participación.

Su origen oficial, lo tenemos en la Diócesis de Lieja, en Bélgica, en el año 1.247, pasando años después a ser fiesta para toda la Iglesia, en 1.264, cuando el papa Urbano VI, la establece con litúrgia propia, y su privilegio procesional.

La procesión del Santísimo Sacramento por las calles de las localidades, respondía principalmente a dos necesidades de los fieles, una la de poder contemplar a Cristo realmente presente bajo la presencia de pan, habitualmente oculto en su reserva eucarística, y otra la de poder adorarlo como signo principal de nuestra fe, de ahí el hacerlo en la custodia de modo que pudiera ser admirado durante su recorrido.

Para poder adorar a Cristo en esta manifestación fuera de la Misa, antes, ha tenido que nacer dentro de ella. Todo fruto nace del sacrificio redentor de la Eucaristía, como cena de alimento del cristiano. Es aquí cuando el miembro de cualquiera de las diversas asociaciones eucarísticas que existen tiene su sentido, el de adorar, acompañar y testimoniar a Cristo, como eje central y vital de su existir.

Habitualmente, cualquier recorrido procesional se realiza antes de la celebración de la Santa Misa, dándole al mismo tiempo sentido penitencial y testimonial, pero en el caso de la del Corpus Christi, no se desarrolla hasta que no se ha Consagrado el Pan y el Vino, sacrificio de Cristo en el Altar, para salir a las calles como gozo y presencia viva de Cristo Resucitado y vencedor de la muerte.

El Día del Señor, como también es conocida esta fiesta, correspondía al dicho popular de los Tres Jueves que relucían más que el sol, a saber, el Jueves Santo, Corpus Christi y el de la Ascensión. Desde hace bastantes años, estas fiestas móviles de la Iglesia, se han unido al día por excelencia del cristiano, el DOMINGO, en recuerdo de aquél Primer Día de la semana en el que Cristo venció a la muerte y al pecado, dándole así un sentido más unitario y simbólico.

Ahora bien, en el Jueves Santo, celebramos tres acontecimientos principales de nuestra vida espiritual: la Institución del Sacerdocio, la Institución de la Sagrada Eucaristía, y el Día del amor fraterno, derivados todos ellos de Cristo, único pastor. Dado el marco celebrativo del Jueves Santo, como  preámbulo del sagrado Triduo Pascual, en un día previo a la conmemoración de la Pasión y Muerte del Señor, el carácter principal festivo de la Resurrección, era evidente que no se podía desarrollar en su plenitud en este día concreto, por lo que surgió la necesidad de hacerlo fuera de ese entorno, y darle así todo el esplendor que se merecía.

Así, se establece su ubicación en el calendario litúrgico: a los cincuenta días del Domingo de Resurrección, es el Domingo de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia, y su nacimiento como tal. El domingo anterior, celebramos la Ascensión del Señor al cielo, momento en el que “termina” su acción  entre los hombres, para que a partir de ese momento, seamos nosotros los que actuemos en su nombre. El domingo siguiente a Pentecostés, es día de la Santísima Trinidad, como fuente, creación y soplo de toda nuestra vida, unida a la de un único Dios y Señor. Y es en el segundo domingo después de Pentecostés, cuando celebramos el Corpus Christi, presencia real y viva de Cristo en su Iglesia.

En el desfile procesional participan y testimonian todas las hermandades y cofradías del pueblo, habida cuenta de que aunque sus orígenes fundacionales de deban a una advocación del Señor, de la Virgen,  o de los santos, todo parte de Cristo Eucaristía, de la que nace la Iglesia. Las calles de adornan con colgaduras blancas en los balcones, banderitas de un lado a otro de la calle, y por toda la acera, macetas adornan un recorrido que llena todo el suelo de la típica juncia de los arroyos de los alrededores. Delante del Santísimo, los niños que han recibido su Primera Comunión unos días antes, abren el desfile  entre pétalos de rosas.

Cuando el Santísimo Sacramento recorre las calles en la custodia, se detiene en cada una de las mesas que a lo largo del recorrido se instalan, se inciensa como Dios y Rey, y se da la bendición a todos cuantos participan en ese acto. Ahora, desde el año 2.005, dedicado por Juan Pablo II a la Eucaristía, se procesiona en templete de plata, sobre paso, de modo que la bendición sacramental se hace al regreso del Santísimo a la Parroquia, antes de su reserva habitual.

José Caballero Navas para villanuevadelduque.com

Join the discussion 3 Comments

  • Bernardino López dice:

    El día del Señor, como decimos en nuestro Pueblo, es un día alegre. Es ante todo la gran fiesta de la Eucaristía ante la que el cristiano creyente ama y profundiza en el misterio del Dios, hecho pan divino y transformado en su Magestad, el Santísimo Sacramento.
    Oveja perdida ven que hoy no solo tú pastor soy, sino tu pasto también. Porque, ¿cuál será mayor asombro, el traerte yo en el hombro o el traerme tú en el pecho?. Gongora.

  • Rafael Sánchez dice:

    Enhorabuena, por fín podemos leer algo en favor de un día tan importante para los cristianos, tan enraizado en nuestra cultura cristiana, le pese a quien le pese y que tanto trabajo cuesta reconocer.

  • Alejandro López Andrada dice:

    Me han emocionado mucho las palabras de mi primo Bernardino, tan hondas y espirituales, tan sencillas y sentidas. Él, como siempre, muestra su alma noble y pura, su profundo amor al pueblo natal y a las tradiciones. Yo también me uno a su cálido entusiasmo por la celebración del Día del Señor, una de las estampas más puras y luminosas que me unen a los días de mi infancia que viví cerca de mi primo Bernardino, en el barrio del Verdinal.

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