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Además de mi humilde persona, hay más cuervos en Tokio. ¿Hay jarotes en Tokio? Creo que no, pero cuervos… Tokio está lleno de cuervos. Hay más cuervos en cualquier barrio de Tokio que en todo Villanueva del Duque. En España los cuervos tienen mala fama. «Cría cuervos y te sacarán los ojos» dice uno de nuestros refranes más populares. «Un nido de cuervos» se le llama a una reunión de personas de las que desconfiamos. Sólo los buitres tienen peor consideración que los cuervos en nuestro país. ¿Por qué entonces nos llaman a los villaduqueños cuervos? No recuerdo haber visto muchos cuervos en el pueblo así que nuestros amigos de los pueblos hermanos de Los Pedroches parece que nunca nos han tenido en gran consideración.

Ahora bien, ser cuervo en Japón, eso es otra cosa. Aquí los cuervos son considerados como gente lista, si se me acepta el calificativo que Derso Uzala daba a los animales en la película de Akira Kurosawa. Tienen fama de inteligentes. Se dice que recolectan nueces y las ponen en la carretera para que los coches las partan y así comerse el fruto sin forzar demasiado sus delicados picos. ¿De dónde sacan las nueces? Aún no he visto a ningún cuervo comprar en un supermercado tokiota, pero todo se andará.

La consideración de inteligentes de estos animales les ha proporcionado convertirse en una especie de animal totémico aquí. Nada de vacas sagradas como en la India, es verdad, pero tienen sus privilegios. Por ejemplo, el cartel de la fotografía está clavado en un árbol en el parque cercano a mi casa, parque en el que viven por cierto unos pocos sintecho, palabra impropia porque se han construido unos chozos con plásticos, así que dejémoslos en pobres. ¿Hay pobres en Tokio? Como en todos sitios, sólo que aquí se esconden, se refugian en los parques y nunca se les ve mendigar, pero esa es otra historia. Estábamos en el cartel colgado al árbol: en él se pide a los los niños que no tiren piedras a este árbol porque hay nidos de cuervos, en el buen sentido de la palabra. Es un cartel superfluo porque ningún niño japonés anda tirando piedras. Los niños japoneses no se parecen a los nuestros, han salido blandos: ni cazan lagartijas con escopetas de plomillos, ni le atan latas a los gatos, ni apedrean a los perros, ni se sacan los mocos en misa. Blandos, ya les digo. Pero el cartel da una idea de que al cuervo, ni tocarlo, que es un bicho inteligente. Por las mismas, el cuervo ha pasado a ser símbolo de la Federación Japonesa de Fútbol, cuyo escudo es un cuervo sujetando un balón. ¿Les suena? Claro, nuestro glorioso Villanueva del Duque, del que uno puede ser socio pagando solamente 20 euros para todo el año y en el que jugó mi tío Florencio, tiene en su escudo un par de cuervos.

Así que si alguien en el valle le da por decir que los cuervos son bichos poco recomendables, vénganse a Tokio. Aquí los cuervos somos símbolo de inteligencia, por eso uno puede lucir camisetas como esta, que no recuerdo si me la regaló mi prima Vitorina o mi primo Teo el cartero. En cualquier caso, uno puede andar por Tokio con orgullo por ser cuervo.

Fernando González Viñas

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