Una tradición, que a pesar de mantenerse en la actualidad, ya no tiene su sentido originario, pues al suprimirse el servicio militar obligatorio se pierde el contexto, es la de quemar cada 24 de diciembre, en la noche de Nochebuena, una gran encina en una plaza de Villanueva del Duque, en un principio era en la del Ayuntamiento, con los años pasó a quemarse en la conocida como Fuentevieja, y desde hace muchos años, su lugar, ya emblemático, es la Plaza de Alejandro López Andrada, conocida también como la del Pozo Verdinal.
Los jóvenes que “entraban en quinta”, se reunían con antelación para seleccionar de entre las encinas tronchadas o enfermas la más grande que pudieran traer hasta el pueblo, para allí, quemarla y hacer su despedida oficial antes de partir al servicio militar. Una vez arrancada, la trasladaban en carros, y ya, en la actualidad en tractores sobre los que ellos también se suben en una animada jornada campera, que culmina con su prendido al anochecer.
Al concluir la Misa del Gallo, los vecinos villaduqueños, se dirigen hasta la mencionada plaza, para allí, junto al gran fuego calentarse un rato, en animada charla o jugando al corro, tocando panderetas, almideces o la siempre presente botella estriada de anís.
Lo que era una tradición conocida como la del Candelorio de los Quintos, ha pasado a ser un lugar de encuentro principalmente por los jóvenes, que hacen de la noche navideña un lugar festivo junto al imponente fuego de la encina, perdurando una tradición que Villanueva del Duque, no quiere olvidar.
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Texto y fotos de José Caballero Navas para villanuevadelduque.com
