Rosalía Blanco natural de Villanueva del Duque, celebró ayer sus 100 años rodeada de un gran número de personas que quisieron estar con ella en este día tan especial y en el que recibió muchos obsequios. Así, la junta del Hogar de Jubilados Olazar le regaló unas zapatillas, unos zapatos y una toquilla. Y la que regenta el bar del hogar invitó a Rosalía y a 25 amigas a merendar. Y hoy recibirá otra sorpresa, esta vez de la mano de sus compañeros de estudios en la EPA.
Rosalía tuvo que empezar a trabajar desde muy joven. Eran nueve hermanos y se quedaron desde muy pequeños sin padre ni madre, por lo que Rosalía sólo tenía 7 años cuando empezó a hacerlo. Estuvo sirviendo con Demetrio Carvajal en su pueblo durante siete años como niñera. Posteriormente se fue a trabajar con Julián Azofra, santanderino y teniente coronel, destinado en Córdoba. Cuidaba a sus niños y hacía la casa.
La Guerra Civil le pilló trabajando con él, por lo que se desplazaba allí donde le destinaban, como fue el caso de Lanjarón, donde estuvo siete meses, o Sevilla. Rosalía recuerda que «cuando estábamos en Madrid estalló la guerra».
De allí se fue a Espiel donde vivía su tía Mercedes y conoció a Manuel Mata, con el que se casaría con 38 años y con el que tuvo dos hijos: Manuel y Rosalía, con la que vive en la actualidad. Rosalía, que en Espiel trabajaba en el campo junto a su marido, llegó a Eskoriatza hace 39 años Ahora tiene seis nietos y un bisnieto, Aritz, que está viviendo en China debido al trabajo de su padre.
Asegura que «nunca he estado mala. La única vez que acudí a un el hospital fue cuando tuve a mis hijos». Cree que 100 años son muchos, «pero se han pasado rápido». Se acuerda mucho de su Andalucía, que la lleva siempre en su corazón. Y tiene unos versos que se los repite en recuerdo de la tierra que le vio nacer: ‘Córdoba tiene 3 cosas que no las tiene Madrid: el cerro de la Ermita, el río Guadalquivir y las mujeres bonitas’; ‘Estás más vista que los pinos de Vanbolla, que no se paraban los cuervos, porque no tenían cogolla’. Y recuerda también algo que dijo Queipo de Llano: ‘Me gustan las andaluzas por lo castizas que son, que hacen morcillas de trapo y de cenizas, jabón’.
Todos los días va a clase
Rosalía no sabía ni leer ni escribir de pequeña. Su marido aprendió a hacerlo en Andalucía por su cuenta y leía mucho, como recuerda Rosalía. No olvida que el señor donde trabajaba, Demetrio Carvajal le decía ‘los pobres para qué queréis saber’.
Aquellos eran años difíciles y había que trabajar y, por tanto, no se tenía tiempo para acudir a la escuela. Comenzó a estudiar en Centro de Educación para Adultos hace 15 años. En su clase hay siete alumnas y va de lunes a viernes, de 14.30 a 16.30. La profesora nunca le tiene que poner «falta» porque acude a diario.
Repasamos algunas sumas mentalmente, y a pesar de su edad, respondía con acierto. Y estuvimos en su mesa de estudio de casa, donde hace las tareas que le manda la profesora. «Ojalá hubiera empezado antes a estudiar, para aprender más», comentaba. Está orgullosa de que ahora «ya sé firmar porque antes tenía que hacerlo con el dedo». Se queja de su perdida de audición, pero «total, algunas veces para lo que hay que oír…».
Cien y cinco a la vez
La casualidad quiso que ayer, a la misma hora que era homenajeada Rosalía en Olazar, se celebrara en la cocina del hogar de jubilados la fiesta de cumpleaños de Leire Arrate. La niña, entró en la sala donde se homenajeaba a Rosalía y se le acercó diciéndole: «Hoy cumplo 5 años» y Rosalía le contestó: «Yo cumplo 100».
Y se fundieron en un beso y un abrazo de cien y cinco años a la vez.
Extraído de Diario Vasco